"La Huída" (Relato)

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Tras el pulso electromagnético de 2025, volvimos a la era en que las brujas nos vimos perseguidas, otra vez. No es de extrañar sabiendo que, incluso con todas las tecnologías que había antes del Apagón, mucha gente aún creía que la tierra es plana, aunque esta vez no estamos solas.
Jamás creí que todas esas mujeres y hombres, que decían que se pondrían del lado de las brujas, en realidad cumplieran su promesa y sí, la están cumpliendo y con creces.
Ahora estoy huyendo de una masacre, los vecinos de la aldea que ayudaban a mi familia fueron asesinados a sangre fría por un grupo de locos que se hacen llamar la Nueva Inquisición... una secta que se cree superior a las Leyes y que se dedica a cazarnos como si estuviésemos en la edad media. He recorrido unos veinte kilometros con los supervivientes de esta aldea, aunque he de decir que solo somos unos diez de los cuales ocho son niños a los que estaba dando clases y los otros dos somos una bruja e Ione, un hombre sin magia, que me estaba ayudando con los más pequeños que cuentan con tan solo cuatro añitos, los gemelos André y Alberto, tan lindos como traviesos. Los otros niños y niñas tienen entre ocho y quince años y ya saben o intuyen lo que
ocurrió, así que no puedo mentirles, ya no es una broma.
Ione trata a todos los niños como si fuesen sus hijos, aunque muchos lloran porque quieren ver a su familia y los otros lloran porque saben que no podrán volver a verlos.
Llevamos tres días de camino y aún lo he encontrado un lugar donde ellos estén a salvo, necesito ocultarlos hasta que pase el peligro y atraer a esos delincuentes hacia mí para que olviden que mis pequeños alumnos estaban conmigo, gracias que no les enseñaba sino a leer, escribir y matemáticas, pues esta gente los quemaría vivos si les enseñase algo más.
Hemos acampado en una cueva escondida en medio de unas montañas. Ione, con ayuda de las niñas más grandes, han juntado algo de leña y han creado un fuego para calentarnos. ahora me toca hacer algo de magia.
Primero pienso en lo que quiero hacer y busco en mi mente las palabras que necesito decir, por ahora voy a crear una ilusión para que nadie sea capaz de ver el humo de la hoguera, porque, aunque estemos en una
cueva, es pequeña y por la entrada se escapa el humo que puede delatarnos como fugitivos.
luego digo: oterces ejasnem le odaugireva sah euq se oste seel is, a-ogima aloh.
En mi mano aparece una pequeña chispa de un tono entre violeta claro y rosado, que recorre mi cuerpo y se desliza hacia el fuego, obligándolo a ocultarse del cielo.
Cuando los niños de duermen es hora de hablar para los adultos, voy hacia donde está sentado Ione y le explico la situación ya no puedo soportar ver a los niños así:
— Tenemos que hablar.
— Por lo que más quieras, Anna, no digas eso, que pareciera que nos quieres abandonar.
Desvío la mirada, pues parece que este chico tiene algo de brujo, me ha adivinado el pensamiento con solo decirle una frase de tres palabras.
— Ione, sabes que debo hacerlo, deber huir con los niños y yo debo entretener a esos desquiciados para poder salvaros a ti y a ellos.
— Yo no necesito que me salves, te necesito a ti, no dejaré que nos abandones, no puedo permitirlo.
— Ya está decidido, entiéndelo, no se trata solo de nosotros, también están Sarah, Enrique, Anabel, David, las mellizas y los gemelos. No podemos dejarlos a su suerte, ninguno es un adulto aún, y sabes que André y Alberto ya han pasado suficiente para su corta edad, solo será hasta que ellos estén fuera de peligro cuando yo pueda morir en paz…
Veo la cara que pone Ione en el momento que sale mi ultima frase de la boca, y me doy cuenta del error que he cometido, no debí darle a entender que moriré, a ver cómo arreglo esto ahora. Lo veo venir, la confesión que lleva guardando desde que me conoció me la va a soltar a bocajarro.
— Anna yo…
— No, no digas lo que está a punto de salir de tu boca, dímelo cuando nos encontremos después de poner a los niños a salvo y ahuyentar a esa escoria. Os voy a ocultar en esta cueva y me iré dejando un rastro de magia más fuerte que el hechizo que os voy a hacer, así irás tras de mi y mañana, al amanecer te vas con los niños de vuelta cerca de la aldea, llévalos a la choza de Santana, no la del pueblo, sino la del bosque,
limpia la aldea antes de llevar a los niños, no quiero que sufran si ven a sus padres muertos.
— Anna, no me dejes, te lo ruego.
— Nos volveremos a ver, lo prometo.
Ahora lo mas importante es salvar a este grupo que forma mi nueva familia. Es hora de concentrarme en el conjuro de invisibilidad para mis estudiantes e Ione.
O-amsim it a etamá, sám eidan a rama ed setna oiporp roma ed, roma ed ozicheh un se etse, nóicadnemocer al sadneitne euq orepse on
El conjuro de ocultación no lleva mucha magia consigo lo que asegura al grupo que no irán tras ellos. Ahora corro en la dirección opuesta al camino que seguirán ellos cuando despunte la mañana, voy dejando un reguero de magia que cualquier humano puede detectar, solo espero salir viva de este desastre y que Ione y los niños estén a salvo.
Oigo a los componentes de la secta, están cerca. No me queda mucho tiempo antes de que me encuentren, sé a la perfección lo que me harán, lo siento por Ione, pero es la única forma de que él y mis pequeños sobrevivan,
aunque tenga que sacrificarme yo, como antes hicieron sus padres por mí.
Están a tan solo unos metros, los oigo, siento la respiración de los perros que usan para detectar a mi gente. Me detengo, ya no necesito correr más, noto la forma en que se reparten para rodearme y así no pueda escapar. Ha llegado la hora.
Hago mi último conjuro antes de rendirme para demostrarles que realmente soy bruja
Oirartnoc ol agid et eidan euq sejed on, naib ári odot y ojesnoc im eugis olos, sesneip ol on, aton atse ed éuqrop le sáratnugerp et.
Es tan solo un pequeño hechizo que hace que se ilumine el camino en el que estoy, es suficiente luz como para que los dementes seguidores de esta especie de secta reconozcan mi lugar como bruja en este mundo.
He sido atrapada bastante rápido, no necesito defenderme, ellos saben lo que viene a continuación y yo también, me juzgarán y me encontrarán culpable en menos de 5 minutos, me llevarán al próximo pueblo y me quemarán como hicieron con miles de inocentes en
la Edad Media, aunque de eso solo sé lo que he leído en los libros prohibidos.
Hemos llegado al pueblo, me han subido a una plataforma para la ejecución, aunque no se han dado cuenta de que la humedad del lugar será muy desfavorable para encender un fuego, no conseguirán encender ni una simple chispita.
Todos los habitantes del pueblo, todo hombres, ni una sola mujer, se han acercado para disfrutar el show, todos llevan capuchas, así que no puedo verle el rostro a nadie. Me percato de algo extraño, me parece ver a alguien conocido. Es… no puede ser, es Ione y junto a él esta ¿mi padre? Esto es imposible, mi padre estaba en la aldea cuando la atacaron, un hombre nonagenario no es capaz de sobrevivir a tal desastre, yo misma sentí cómo había quedado después de que estos malditos depravados pasaran, se había removido toda la magia y vida de aquella zona.
En medio de mi asombro veo como todos los hombres se sacan las capuchas que les oculta el rostro y me doy cuenta de que no solo hay hombres, también hay mujeres y Qweers que conozco de mi aldea. Empiezo a llorar, los di a todos por muertos, no puede ser, ahí
están con objetos agarrados como armas, dispuestos a salvarme mientras yo los abandoné.
Ya no puedo más, iba a dejar que me asesinaran siempre y cuando mi gente estuviese a salvo, pero están todos frente a mí. Solo hay una cosa que hacer, suelto mis manos de la soga que me las amarraba a la espalda, las alzo y grito:
¡¡OÑEUS UT AICAH ONIMAC IT NE ETRIDNUH ADEUP EIDAN EUQ, SETNEID Y SARRAG NOC ADIV UT ROP AHCUL!!
Solo mi gente queda de pie, los demás han caído en un largo sueño del que despertarán en tres días exactos y no recordarán nada de lo que ha pasado desde antes de llegar a mi casa. Lo primero que hago al bajar de la plataforma es correr a abrazar a Ione, no sé por qué, solo puedo verlo a él. Me agarra al vuelo y gira sobre sí mismo abrazándome muy fuerte. Al parar de dar vueltas nos vamos a besar, y mi padre carraspea para recordarme que estamos en medio de la plaza del pueblo con todos los vecinos mirándonos. Me sonrojo, siempre he sido muy distante cuando hablan de que ya es hora de que busque a alguien con quien pasar el resto de mi vida. Creo que ya se olían algo cuando veían que el chico a mi lado siempre iba tras de mí.
— Mi hija ha vuelto y, aunque este pueblo no es nuestra aldea, vivamos aquí hasta que reconstruyamos nuestras casas. — mi padre habla como jefe del pueblo porque, al ser la persona de más edad, es a quien más se respeta entre toda mi gente.
— Hay algo que no entiendo, nosotros huimos mientras se realizaba el ataque en casa, ¿Cómo llegaron hasta aquí? — mi pregunta parecía estúpida, no obstante recordaba haber dejado a Ione con os niños en aquella cueva y…— ¡¡Los niños!! ¡¿Dónde están los niños?!
— Tranquilízate, ¡Peques, ya pueden salir! — la señora Rosalía, la madre de la chica más mayor es quien los llama y acto seguido veo como una marabunta de manos y piernas se enredan unas con otras intentando abrazarme todos a la vez.
Tras lo sucedido, antes de olvidarnos de ellos, hemos reunidos los cuerpos inconscientes de los sectarios y los llevamos bastante lejos del pueblo en el que nos estamos quedando y nuestra aldea, no queremos volver a verlos, sobre todo yo.
Han pasado varios meses, Ione y yo vivimos juntos y sigo dando clases a mi alumnado como hacía antes de la huida. Aunque con un cambio sustancial, la gente que vivía en el pueblo antes de que quedara vacío ha vuelto, así que ahora la población ha aumentado bastante, además de quienes vienen a verme, que suelen llegar cada dos o tres días. Al parecer se corrió la voz entre los habitantes de pueblos cercanos que hice huir a los sectarios, así que están buscando brujos y brujas que protejan las aldeas y a su vez ellos vienen a pedirme consejo a mí. Ahora vivimos en una relativa armonía mientras arreglamos la aldea y creamos un camino entre ella y el pueblo para que nos sea más fácil llegar en caso de problemas.
Al final nadie me dijo cómo llegaron todos antes que yo al pueblo, ni que pasó cuando atacaron la aldea. Deduzco que hay magia de por medio, aunque mi padre ya está demasiado débil para usarla. Espero que algún día me lo cuente alguien para yo poder escribirlo para mi futura descendencia, aunque ya no faltan sino unas pocas semanas para que llegue el primero a quien llamaré Atanael.

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